Quizá la ciencia médica necesita un soplo de aire fresco en sus procedimientos, un equipo creativo que esté dispuesto a poner toda la carne en el asador, a desprender de los hospitales las empolvadas telarañas que impiden el avance de esos insectos voladores llamados futuro y progreso. Los cirujanos también tienen derecho a soñar, so fascistas.
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